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LA HISTORIA DEL POTOSINO CORNELIO SAAVEDRA PROTAGONISTA DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO

Cornelio Saavedra nació el 15 de septiembre de 1759 en una hacienda agrícola llamada «La Fombera» sobre la orilla del río Mataca cercana al poblado de Otuyo. La hacienda estaba en la mitad del camino de 180 km que unía la Villa Imperial de Potosí con La Plata, ambas dependientes del Virreinato del Perú. Según la partida de bautismo archivada en la Casa de la Moneda de Potosí, fue bautizado en el mismo lugar al día siguiente por el doctor José del Barco y Oliva, cura y vicario de la parroquia de Santa Ana de Mataca, la Vieja. Fue su madrina la india Pascuala que ofició de partera.

Sus padres fueron Santiago Felipe de Saavedra y Palma, natural de Buenos Aires, y Teresa Rodríguez de Güiraldes, oriunda de la Villa Imperial de Potosí. La familia se mudó a Buenos Aires en 1767.
El Real Colegio de San Carlos inauguró su actividad como tal el 24 de febrero de 1773 con el dictado del curso anual de Lógica a cargo del presbítero Carlos José Montero. Entre los primeros 18 alumnos de esa institución de nivel secundario estaba Cornelio Saavedra, con 14 años de edad. Para ingresar se debía aprobar un examen previo de gramática latina, condición indispensable para el estudio de la filosofía. En años sucesivos aprobó los cursos de Física y Metafísica. Terminado el curso de Filosofía, en 1776, figuró entre los alumnos del primer año de Teología recibiéndose de licenciado en este saber en 1779. Sin embargo, no pudo continuar con los estudios universitarios porque debió dedicarse a la administración de los bienes familiares.
Su familia pertenecía, por su capacidad económica y prestigio, a la elite que dominaba el Cabildo de Buenos Aires. El 17 de abril de 1788, Cornelio Saavedra se casó —con la correspondiente dispensa eclesiástica debido al impedimento del segundo grado lateral de consanguinidad— con su prima hermana María Francisca Cabrera y Saavedra que había enviudado dos años antes heredando la fortuna de su esposo Mateo Ramón Álzaga y Sobrado próspero comerciante y Teniente del Correo Mayor. Este tipo de matrimonio endogámico era una de las formas de reproducción, refuerzo y mantenimiento de esa elite capitular. En el acta matrimonial que figura en la catedral de Buenos Aires consta que los padres de ambos contrayentes eran regidores.3
En 1798 falleció su esposa con la cual tuvo tres hijos y en 1801 se volvió a casar con María Saturnina Bárbara Otárola del Ribero hija del coronel José Antonio Gregorio de Otárola y Larrazábal y Josefa del Ribero y Cossio. El padre era regidor del Cabildo de Buenos Aires y uno de los más ricos comerciantes del territorio.
Funciones capitulares
En 1797, un año antes del fallecimiento de su primera esposa, comenzó su carrera en el Cabildo de Buenos Aires, donde asumirá distintos cargos administrativos. Como miembro de la importante familia de los Aoiz, la secuencia cronológica de los cargos desempeñados muestra el no cumplimiento de las normas vigentes sobre plazos, típica de la estrategia de esa familia (y otras), en contraposición, por ejemplo, con la familia Belgrano que las cumplía.
Regidor del Cabildo de Buenos Aires
En 1797 fue nombrado regidor cuarto del Cabildo. Al año siguiente fue regidor tercero con el anexo de Defensor General de Menores. Esta función estaba vinculada con la promoción en todas las causas de menores lo que requería el auxilio de un agente y un abogado que, según los casos y el periodo, debía solventar el regidor. Además de este costo económico, el cargo exigía mucho trabajo y se elegían sujetos «de distinción y probidad», y sobre todo honestidad, dado que debían custodiar y mantener los bienes de los menores ricos. Normalmente el dinero de estos se prestaba al propio cabildo que abonaba un interés por el uso de los fondos. En julio de 1801, Saavedra intervino en un caso de pedofilia, cuyas víctimas habían sido alumnos de una escuela en la zona de la catedral. El acusado, un indio natural de las Misiones, fue detenido al encontrarse en su poder las ropas de un niño que se había fugado de su casa. Saavedra llamó a declarar a nueve niños que habían sido vistos con el citado indio, los que denunciaron los abusos.
En su gestión se preocupó por la suba del precio del ganado proponiendo una serie de medidas de control contra los abusos de la intermediación entre el matarife y el consumidor. En cuanto a la prohibición de la exportación de trigo propuesta ese año por el Fiel Ejecutor adujo que el comercio, reducido solamente al abastecimiento local, limitaba la expansión de la producción agrícola. (AGN, IX, 20.32) En 1798, por orden del cabildo, Saavedra tuvo que reemplazar transitoriamente al regidor Francisco Antonio Beláustegui.
Síndico procurador general
En la reunión del Cabildo del primero de enero de 1799, Cornelio Saavedra fue nombrado síndico procurador general, es decir, defensor de los derechos de los habitantes de la ciudad.
En Buenos Aires, en la época tardocolonial, el intento de establecer gremios tenía antiguos antecedentes. En el último tercio del siglo XVIII, pulperos, panaderos, plateros y zapateros intentaron conformar asociaciones gremiales que no pudieron concretarse. A fines de julio de 1780, el virrey Vértíz, ordenó la agremiación de artistas y oficiales mecánicos sin tener éxito. En 1788, los maestros zapateros, basándose en el estado ruinoso del oficio debido a la falta de oficiales y capataces idóneos, lo que permitía que «simples remendones» instalen talleres y ofrezcan al público «sus engendros», propusieron la constitución de un gremio que fiscalizara el adiestramiento de aprendices durante cuatro años más dos años de práctica como oficiales y recién después de un examen de rigor otorgarles el rango de maestro en el arte.
En 1793 el rey no aprobó las nuevas ordenanzas que en la materia había enviado el Cabildo de Buenos Aires. Ínterin los pardos y morenos solicitaron constituir su propio gremio de zapateros con el objetivo de segmentar la producción y la clientela separándose de los españoles. En 1795, el rey ordenó que el virrey se expida con el voto de la audiencia, la cual se mostró favorable a la agremiación separada de los morenos. Luego de largas tramitaciones, el expediente pasó en vista a Cornelio Saavedra en su calidad de síndico procurador del Cabildo quien el 20 de mayo de 1799 firmó un extenso dictamen donde justificó su voto negativo. El Dictamen «hirió de muerte a los gremios»:
«Todos sabemos que el Autor de la Naturaleza impuso al hombre la obligación de vivir con el sudor de su rostro; y así este derecho de trabajar, es el título más sagrado e imprescriptible que conoce el género humano; persuadirse que necesita el permiso de un gremio, para no ser gravoso a la sociedad, para no ser ocioso, para ganar de comer, es un delirio; decir que la Suprema Potestad, que es el Príncipe, es el que debe vender el derecho de trabajar es una monstruosidad; así el Poder Soberano debe asegurar a todos los Ciudadanos el goce pleno de semejante prerrogativa”.
Cornelio Saavedra, Dictamen, 20 de mayo de 1799 en (Levene, 1962, p. 361 y siguientes)